SERVIR EN LA IGLESIA
la Iglesia es
eso: Cristo presente entre nosotros; Dios que viene hacia la humanidad para
salvarla, llamándonos con su revelación, santificándonos con su gracia,
sosteniéndonos con su ayuda constante, en los pequeños y en los grandes
combates de la vida diaria (Es Cristo que pasa, n.
131).
»Somos llamados
a edificar el Reino de Dios, en nuestro entorno inmediato«.
La manera
cómo DIOS actúa es siempre desde adentro hacia fuera. De manera que edificamos
el Reino de DIOS, comenzando cada quien por si mismo. Por lo cual el Primer y
Grande Mandamiento es tan importante para nosotros:
»Y Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, el Señor
nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás pues al Señor tu Dios de todo tu corazón,
y de toda tu alma, y de toda tu mente, y de todas tus fuerzas; este es el
principal mandamiento«. (Mar 12,29-30)
Porque tan
solamente sobre la base de una relación auténtica y sincera con DIOS podemos
recibir el amor necesario como para poder amar a los hombres sincera y
auténticamente.
“Dios es
amor”, así dice 1 Jn 4,8. Y el verso cuarto que precede dice, “el amor
viene de Dios.”
Si un
miembro de la iglesia de Jesús no ha comprendido la importancia de su
fundamento en la gracia, la fe y en el amor de Dios, entonces tampoco está en
condición de amarse a sí mismo, tal como lo dice el segundo y grande
mandamiento.
»Y el
segundo es semejante á él: Amarás á tu prójimo como á ti mismo. No hay otro
mandamiento mayor que éstos«. (Mar 12,31)
Si la
relación del creyente hacia Dios, su Padre celestial está bien, entonces
él/ella puede amarse a sí mismo/a, de manera que también puede transmitir el
amor recibido de Dios hacia el próximo.
»No puede
el hombre recibir algo, si no le fuere dado del cielo«. (Jn 3,27)
Cualquier
servicio que quiera efectuar un miembro de la iglesia de Jesucristo debe tener
éste fundamento, en caso contrario no llevará fruto bueno ni permanente.
»No me
elegisteis vosotros á mí, mas yo os elegí á vosotros; y os he puesto para que
vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca: para que todo lo que
pidiereis del Padre en mi nombre, él os lo dé«. (Jn 15,16)
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